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Sanar desde la raíz

Programación fetal y epigenética

El cuerpo RECUERDA.

Ciencia y emociones en la salud heredada.

¿Sabías que tu historia comenzó antes de que nacieras?

Cuando tu abuela estaba embarazada de tu mamá, dentro de ella ya se estaban formando los óvulos de los que, años después, naciste VOS. Eso significa que todo lo que vivió tu abuela —su alimentación, sus emociones, su nivel de estrés— pudo influir en la salud de tu mamá… y en la tuya también

A raíz de una conversación con una paciente y un sueño que tuve con mi abuela materna, recordé algo que un día aprendí y que hoy cobra más sentido que nunca: nuestra historia comienza mucho antes de nuestro nacimiento.


Cuando nuestra abuela estaba embarazada de nuestra mamá, dentro de ese vientre ya se estaban formando los óvulos de los que, años después, naceríamos nosotros. En algún nivel, ya existíamos. Ya éramos parte de esa historia. Y así como heredamos rasgos físicos, también podemos heredar emociones, heridas, memorias y adaptaciones que no siempre entendemos.

La ciencia lo confirma: el estado emocional de una madre durante el embarazo puede dejar huellas profundas en la salud y el desarrollo de su hijo. Un estudio de revisión publicado por Van den Bergh et al. (2005) reunió la evidencia de más de 14 estudios prospectivos que mostraron cómo el estrés y la ansiedad durante el embarazo pueden afectar el comportamiento, la regulación emocional y el desarrollo cognitivo del niño, incluso muchos años después del nacimiento.

Este fenómeno se conoce como "programación fetal". Durante ciertas etapas sensibles del embarazo, las experiencias maternas —incluyendo el estrés emocional— pueden influir en la formación del cerebro del bebé, en particular en áreas como el sistema límbico, el eje HPA (hipotálamo-hipófisis-adrenal) y la corteza prefrontal, que regulan el estrés, las emociones, la memoria y el comportamiento.

El estudio también sugiere que la exposición prenatal a altos niveles de cortisol (la hormona del estrés) podría atravesar la placenta y afectar estos procesos de desarrollo neurológico. Incluso se han observado cambios en la frecuencia cardíaca fetal y la actividad del bebé en respuesta a los estados emocionales de la madre a partir de las 27 semanas de gestación.

¿Lo más revelador? Estos efectos se mantuvieron incluso después de controlar el estado emocional de la madre en el posparto. Es decir, el impacto no es solo ambiental, es biológico y profundo.

Entonces, cuando hablamos de sanar desde la raíz, hablamos también de prevenir. De acompañar a las futuras madres. De cuidar las emociones, los vínculos, el entorno. Pero también de mirar hacia atrás: reconocer cómo las historias de nuestras madres y abuelas pudieron haber dejado marcas en nuestro cuerpo y en nuestra forma de sentir.

Ansiedad, insomnio, inflamación, síntomas inexplicables… a veces no son “nuevos”. A veces son memorias heredadas que necesitan ser vistas, sentidas y sanadas.

Porque TODOS venimos con una historia, con una carga genética y emocional.

Un caso REAL:

El legado de la HAMBRUNA HOLANDESA

Durante el crudo invierno de 1944-1945, los Países Bajos atravesaron una de las crisis alimentarias más severas de su historia. Con apenas 500 calorías disponibles por día, la población sobrevivía como podía, mientras las temperaturas caían y los recursos escaseaban. Las mujeres embarazadas de esa época enfrentaron una situación extrema: desnutrición, frío y un entorno de estrés constante.

Décadas más tarde, investigaciones lideradas por universidades como Columbia y Ámsterdam descubrieron que los hijos de esas mujeres, expuestos a la hambruna durante el embarazo, presentaban alteraciones epigenéticas en un gen clave: IGF2, vinculado con el crecimiento y el metabolismo. Esta adaptación biológica hacía que sus cuerpos conservaran cada caloría como un mecanismo de supervivencia. Pero al crecer en un mundo de abundancia, esa misma programación se volvió contraproducente, y aumentó su riesgo de desarrollar obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Lo más revelador fue descubrir que estos cambios no se detuvieron en esa generación. Se encontraron rastros de estas modificaciones epigenéticas también en sus nietos. Así, una experiencia vivida por una abuela durante la gestación tuvo consecuencias medibles en la salud de sus descendientes, muchos años después.

La ansiedad también deja huellas silenciosas

Por eso sanar no es solo para vos. Es también para las generaciones que vinieron antes y para las que vendrán después. Y en esa transformación personal, estamos escribiendo una historia nueva: más libre, más consciente, más amorosa.

La ansiedad materna durante el embarazo también puede influir en el desarrollo del bebé a un nivel profundo. Lejos de ser solo una sensación pasajera, la ansiedad crónica puede generar cambios bioquímicos que afectan el entorno intrauterino. El cuerpo de la madre transmite señales, como el aumento de cortisol, que llegan al bebé y pueden alterar la forma en que ciertos genes se expresan.

Uno de los mecanismos que explica esto es la metilación del ADN, un proceso epigenético que regula la actividad genética. Dependiendo del contexto emocional, algunos genes pueden volverse más activos o menos activos, impactando funciones clave como la forma en que el niño responderá al estrés en el futuro.

No se trata de culpas, sino de comprender. Lo que vive una madre emocionalmente durante el embarazo puede influir en la forma en que su hijo percibe y responde al mundo. Las emociones dejan una huella que, en muchos casos, permanece más allá del nacimiento.

Investigaciones adicionales han demostrado que la ansiedad que una madre experimenta durante el embarazo puede tener efectos duraderos en sus hijos. Pensá en la ansiedad como un mensajero que puede viajar a través del cuerpo de la madre hasta el bebé. Este mensajero puede “dejar marcas” en los genes del bebé, ajustando cómo funcionan.

Uno de estos ajustes es la metilación, que actúa como un interruptor: puede “encender” o “apagar” ciertos genes. Por ejemplo, si una madre está pasando por mucho estrés, esto podría afectar a un gen relacionado con cómo su hijo manejará el estrés más adelante en su vida.

Así, las emociones que una madre vive durante el embarazo no sólo la afectan a ella, sino que pueden dejar huella en sus hijos, influyendo en cómo enfrentarán el mundo.

Estos ejemplos subrayan cómo las experiencias de las generaciones anteriores pueden moldear la salud de las futuras generaciones. Por eso sanar no es solo para vos. Es también para las generaciones que vinieron antes y para las que vendrán después. Y en esa transformación personal, estamos escribiendo una historia nueva: más libre, más consciente, más amorosa.


Sanar desde la raíz es un acto de amor. Para vos. Para todos. 💛




🤓📚:

Lumey, L. H., Stein, A. D., Kahn, H. S., Van der Pal-de Bruin, K. M., Blauw, G. J., Zybert, P. A., y Susser, E. S. (2007). Cohort Profile: The Dutch Hunger Winter Families Study. International Journal of Epidemiology, 36(6), 1196-1204. https://doi.org/10.1093/ije/dym126. 3 Van den Bergh, B. R. H., Mulder, E. J. H., Mennes, M., y Glover, V. (2005). Antenatal Maternal Anxiety and Stress and the Neurobehavioural Development of the Fetus and Child: Links and Possible Mechanisms. A Review. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 29(2), 237-258. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2004.10.007.

Sacal Dumani, Dra. Elisa. Desde la raíz: Pilares de la medicina integrativa para optimizar tu salud . AGUILAR. Edición de Kindle.


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